(Fanfic Jeff the killer)
Capitulo 2 - Dark Smile
Jeff
se encaramó al cerco de una ventana y la abrió entre suspiros.
Después
de buscar un posible camino a seguir tras quedarse sin su adorada
arma, terminó en aquella calle, aquel vecindario desolado del cual
todos querían huir y evitar.
El
patio de atrás de la casa estaba tal y como él lo recordaba, por
muchas cintas amarillas que le pusieran alrededor de la cerca,
seguían persistiendo las mismas malas hierbas y cardos de siempre.
Nunca llegaron a arreglarlo del todo, pero ahora que lo veía todo
con otros ojos, le encantaban aquellas nimiedades.
Jeff
había entrado con total impunidad en su anterior hogar, allí donde
mató a la únicos familiares que tenía, pese a
las advertencias policiales. "Crime scene - Do
not cross" soltó una carcajada al observarlo desde la
ventana de su cuarto, toda la casa estaba precintada. Que cómico se
veía desde allí arriba.
Para
él todo era como ir a un circo, un lugar en el que recordar las
mejores experiencias que le habían llevado a ser quien era ahora.
Su amplia sonrisa lo confirmaba. No era un maníaco
homicida ni mucho menos, él era hermoso.
Se
paró justo frente al espejo del cuarto de baño, sonriente a más no
poder. El suelo estaba pegajoso y al recaer en ello no pudo reprimir
una carcajada. La sangre, mezclada con el moho del techo y las
humedades, revivieron en su mente el recuerdo de aquella noche,
cuando el cuchillo le marcó de por vida a él a su madre, su padre y
a Liu...
-
Mi cuchillo - Dijo recayendo en su principal búsqueda. Bajó las
escaleras directo hacia la cocina. Montó un gran alboroto tirando
los cajones, con toda la cubertería, por el suelo, abriendo todos
los cajones en busca de una nueva arma. No fue fácil pero los
encontró. Dos armas perfectas, como la que él tenía con
anterioridad. Suspiró aliviado y se guardó ambos cuchillos en los
bolsillos de la sudadera. Una vez completados sus objetivos, la mente
de Jeff dio un vuelco. Volvía a estar en casa y no se había dado
cuenta hasta ese momento, o simplemente lo negó hasta entonces.
Se
miró las manos tembloroso y luego se las llevó a la cabeza. Cayó
de rodillas al suelo. Estaba solo en aquel maldito mundo que tanto
mal le había causado, ahora ni siquiera podía llevarse un bocado en
condiciones a la boca, no era nadie, para ninguno de los que aún no
descansaban en paz.
Las
lágrimas resbalaron por su rostro colándose por los recovecos de
sus mejillas.
-
¿Por que... Por que no puedo descansar...? - se dijo entre sollozos
- ¿Que más me espera...? -
Estuvo
así largo rato, meditando si podía entre su dolor y la amargura.
Pero finalmente lo comprendió, no necesitaba a nadie. Sacó uno de
los cuchillos e hizo que la luz del mediodía iluminase la hoja.
Sonrió de nuevo y se levantó lentamente.
-
No puedo dormir aún, tengo que hacer que los demás descansen por mi
- rió - tengo que llevarles con Liu, él estará solo si no le llevo
amigos, no puede, él ahora es feliz -
Subió
de nuevo las escaleras recorriendo con la mirada toda la casa
polvorienta. ¿Cómo podía cambiar una fachada entera en unos
cuantos meses?, no daba crédito, pero así fue. Aunque hubo algo que
había cambiado más bien poco.
Avanzó
hacia el cuarto de sus padres. Aquello apestaba, pero se sintió
atraído hacia el escenario de la matanza.
Los
cuerpos ya no estaban, se sintió decepcionado por un momento, aunque
tampoco esperaba encontrar a sus padres de nuevo. Estaba solo, podía
asumirlo de una vez por todas.
Se
sentó con descaro en la cama y observó el dibujo de las
salpicaduras de sangre por las paredes, la colcha, el techo y por el
suelo, para él era algo hermoso. Y el momento fue aun mejor según
lo recordaba:
Los
disparos de esa noche alertaron al hermano de Jeff, el cual dio un
brinco en la cama mirando a su alrededor. Allí no había nada.
-
Habrán matado otro gato... - se dijo, recordando la poca paciencia
que tenía la gente cuando esos animales estaban en celo y sus
estridentes maullidos volvían loco a cualquiera. Se recostó,
tapándose con las mantas hasta el cuello, al instante volvió a
sentirse en paz e intentó conciliar el sueño; pero la puerta de su
cuarto chirrió y la luz que entraba desde el pasillo dibujó en el
suelo una horrenda figura chorreante. Liu escuchó una macabra
carcajada que le obligó a volver a incorporarse.
Jeff
saltó sobre él como un depredador, tapando la boca de su hermano
para que no gritase.
-
sssssshh! - le dijo, mostrándole el cuchillo que había asesinado a
sus padres. - Liu... Tu seguro que me entiendes... -
La
sangre de sus mejillas bañaron el rostro de su hermano. Liu comenzó
a temblar. El miedo hizo que las lágrimas rodaran con la sangre de
Jeff. El asesino agachó la mirada, apesadumbrado.
-
veo que no, nadie lo entiende - Todo se quedó en un infinito
silencio, solo roto por la respiración de ambos. Jeff odiaba el
silencio, todo iba mal en la oscuridad de la noche cuando había
silencio.
-
Hermano... - comenzó a reír como un psicópata - Liu, Liu, Liu...
Aún no te he preguntado cómo era el lugar al que te llevaron por mi
culpa - Le miró a los ojos - Seguro que fue un verdadero infierno...
Como lo es este mundo -
Jeff
esperó alguna respuesta por parte de Liu, este se la concedió con
un asentimiento de cabeza e intentó desasirse, pero no lo
consiguió, Jeff ya no era Jeff. La sonrisa oscura que llenaba de
terror la mente de Liu era respuesta suficiente para lo que iba a
pasarle.
-
Liu... Te voy a sacar de este infierno... - Alzó el cuchillo sobre
el pecho de su hermano - Ahora solo cierra los ojos...
Go
to sleep...
Jeff
contempló la habitación de su hermano desde el cerco de la puerta,
reviviendo las imágenes de la matanza. Ahora todo estaba vacío.
Sobraba el olor a humanidad por toda la casa. Pensó en todos
aquellos que debieron pisar su casa al irse él al bosque y frunció
el ceño. Volvió a su cuarto lentamente, como escuchando una caja
de música, una agradable melodía que llamase su
atención. Pero no era nada de eso, lo que sentía y escuchaba eran
sus recuerdos, el placer del trabajo bien hecho.
Pasó
la mano por la mesilla de noche, quitando el polvo de los meses
pasados. Se recostó en la cama pensativo, queriendo hacer feliz a
más familias como la suya, tan felices como lo era él ahora. Por
siempre. No pensó que se quedaría dormido de aquella manera y en
aquel lugar.
Se
despertó bien entrada la noche. Era agradable no sentir por una vez
el frío en sus huesos ni caerse de un árbol y despertarse en su
mullida cama.
Alzó
los brazos entre bostezos y se levantó de un salto, decidió
replantearse el echo de que podía volver a casa sin problemas y así
contar con un techo en el que resguardarse. Tampoco es que tuviese
muchos vecinos que se alertaran de que él había vuelto.
Abrió
la ventana y observó el desértico barrio. Nada hubiese ocurrido si
hubiera estado tan tranquilo desde que él y su familia llegaron
allí.
-
¿Que...? - Sacó medio cuerpo por la ventana para ver mejor -
Bien... - Sonrió con malicia ante lo que veía.
A
lo lejos había luces. Debía liberar a esas pobres personas de su
penitencia, debía ayudarles a descansar.
Salió
por la ventana y se escondió por los callejones hacia su objetivo.
Siempre
es bueno que una madre lea un cuento a sus hijos antes de dormir, eso
es lo que se repetía la madre se Susy, pequeña niña de cinco años
que ya estaba preparada para descansar. Pero la pequeña seguía
insistiendo para que su madre prosiguiera el relato que tenía en sus
manos y así viajar por el mundo de los cuentos.
-
No mas, a dormir que ya es muy tarde cariño - dijo la madre cerrando
el libro y dejándolo sobre la cómoda. Se acercó a su hija y la
besó en la frente tras arroparla bien. La pequeña refunfuñó, pero
cuando su madre apagó la luz decidió cerrar los ojos
tranquilamente.
El
mundo de los sueños era tranquilo y Susy pudo jugar con un montón
de muñecos que reían y cantaban en cuanto ella se movía por la
nada. Parecía ser ella una muñeca a la que utilizaban, mas no
importaba, era feliz, aunque la risa de uno de sus nuevos muñecos
era aterradora...
Abrió
los ojos despacio y persistía el sonido de las carcajadas.
-
¿mami? - Dijo a la oscuridad. Por suerte veía algo de luz
proveniente del pasillo desde la puerta y pudo caminar hasta ella.
Una vez en el pasillo volvió a llamar a su madre, pero no hubo
respuesta por lo que exclamó a su padre por si era él quien reía.
Siguió
caminando por el pasillo, agarrada a su osito de peluche.
Encontró
a su madre tirada en el suelo junto a su teléfono móvil, con
el cuerpo sobresaliendo desde el cuarto de baño.
-
¿mami? - repitió poniéndose de cuclillas y acariciando el rostro
de su madre como hacía ella para despertarla. Sus manos se tiñeron
del rojo carmín de la sangre de su madre. - ¿Mami? - la meció un
poco - Mami, mancha ¿mami? -
Un
cuchillo ensangrentado asomó por el cerco de la puerta del salón.
-
Tu mamá está durmiendo... Tu papá está durmiendo... ¿Tu no
duermes? - Preguntó Jeff, escondiendo su rostro entre las sombras de
su capucha. Estaba todo cubierto de sangre, había sacado las tripas
del padre y ahora el salón era un campo de vísceras del hombre sin
vida. Pero la inocencia de la niña no la dejaba comprender el
significado de aquello.
-
No, quería reír - respondió, sorprendiendo al asesino - quiero
sentirme bien y peluchón también - Se acercó hasta Jeff
y alzó su osito de peluche - mira, es mi amigo, quiero reír como
papa y mama -
Jeff
soltó una sonora carcajada y el cuchillo comenzó a atravesar el
peluche con ansia. La niña se apartó asustada, dejando a su "amigo"
clavado en el arma de Jeff.
-
¿Queréis jugar...? - Dijo simulando tener una pistola con la otra
mano y señaló a la niña - Pium, pium... Oh! que lástima... Has
muerto... - Ladeó la cabeza de tal forma que las luces del pasillo
comenzaron a alumbrar su rostro sádico y sonriente como la de un
payaso. Comenzó a cantar acercándose a la niña:
"Puedo
oír tus pasos...
Al
correr en cada cuarto...
puedo
oír el eco...
del
temblor de tus jadeos...
Corre
voy por ti...
ve
a esconderte...
Corre
voy por ti...
ve
a esconderte...
corre
o te encontraré..."
La
niña estaba tan asustada que tropezó con el propio cadáver de su
madre al retroceder.
-
¿Que... Vienes al bosque...? - tendió una mano a la niña, que no podía
ni moverse del miedo. - ¡¡Que así sea!! - exclamó Jeff
esgrimiendo su cuchillo una y otra vez sobre el estómago de la niña
mientras reía como el lunático que era.
Maaaadre. Me ha sorprendido lo de las vísceras. Sigue así ;) Soy Karurosu Ashitaka ;)
ResponderEliminarMuchas gracias Karu jejejeje, ya comenté que iba a ser bestia XDDD
EliminarEl relato buenisimo
ResponderEliminarvaya, muchisimas gracias :D
EliminarEstupida vamcion de Jeff ya se me entro en la cabesa por sierto me llamo Nazarena
ResponderEliminarHola Nazarena ^^ jajajaja La verdad es que ya le he pegado la canción a más de uno, no sabía que fuese a tener tanto impacto XD
EliminarUn abrazo!!