Toni corrió de un lado a otro felizmente, en un largo pasillo poco iluminado.
Se veia a si mismo como traspasando un tunel y eso le hacía sentirse como cuando era niño (un poco más niño de lo que ya es). De repente el suelo cedió bajo sus pies; pero él reía y reía sin parar, agitando los brazos como un poseso.
Cayó de bruces contra el suelo laminado de un enorme salón con chimenea y una gran mesa rectangular con tres sillas a ambos lados; la caida no le dolió, se levantó e intentó familiarizarse con el entorno. La sala le era muy familiar... Entonces vió a un muchacho repeinado, con ropa cara y un enorme Rolex de platino. El chico le miró de reojo y sonrió, antes de perderse por la puerta que daba a la cocina, ¿la cocina?, ¿como sabía que era la cocina?.
Toni le siguió, el chico había cogido un cuchillo y se giró a él con una calida sonrisa para pedirle que no hiciera ningún ruido, luego señaló al frente y Toni vió a una niña llorando, en medio de un riachuelo de sangre que bajaba desde sus rodillas. A la niña le habían partido las piernas.
De repente el muchacho fue cambiando; sus lustrosas ropas quedaron rasgadas y llenas de sangre, el hermoso Rolex estaba ahora roto e inservible y el pelo del muchacho desgarbado como el de Toni. Unas enormes ojeras surcaron su rostro.
Toni dió un brinco acia atrás, estupefacto.
- ¡Tu soy yoooo! -
- no Toni, soy solo tu recuerdo -
- ¿recuerdo? -
- el recuerdo de cuando cambiaste, acabas de ver lo que eras, y lo que eres -
- no,no,no,no,no,no, no me engañas no, no me engañas -
- ba, que mas da, ¿no te arrepientes de nada? -
- no - sonrio
- entonces... ¿Nos comemos a tu hermana? -
Toni miró a la niña. Si, era su hermana.
- vale - le dijo sin contemplaciones
- ¿haces los honores? - le dijo su cópia, mientras le cedía el cuchillo
- si,si,si,si,si,si, trae para acá -
- vale,vale -
Toni avanzó hacia su hermana esgrimiendo el cuchillo de una mano a otra. Luego, la cogió del brazo y la zarandeó con tal brutalidad que consiguió dislocarle el hombro, y fue cuando le clavó el cuchillo en la articulación una y otra vez, hasta que el brazo de la niña estuvo separado de su cuerpo, por completo.
Toni mordió con todas sus fuerzas y cerró los ojos para disfrutar del momento.
- Aaahhh, ¡maldito demonio! -
Toni abrió los ojos de par en par, ya no tenía el brazo de su hermana, sino el de un viejo que no llegó a reconocer.
- Aaaaahhhh, - exclamó él, al tiempo que le soltaba y escupía al suelo - que asco, que asco, que asco -
- pare Coña, ya es Toni - le advirtió Nirsell
- que asco, que asco, que asco -
- tampoco habrá sido para tanto, digo yo - enfureció el viejo
- que asco, que asco, que asco -
De repente se quedó petrificado y cayó al suelo
- ¡Toni! - gritaron Nirsell y la "enfermera" al unísono.
Toni había vuelto a desmayarse por la pérdida de sangre que había dejado tras la pelea de Harellerth contra Coña; aunque Toni estubo ausente cuando el demonio salió a escena, allí tuvo lugar una trifulca un tanto extraña, a favor del viejo.
Coña se enfrentó a Harellerth, que no le puso las cosas fáciles, y el mal hubiera ganado sin duda, de no ser por la aparición de la madre de la tetona, que bajó corriendo al escuchar gritar a su hija. Harellerth estubo a punto de tomarla como rehen, ¿para que querría un demonio una rehen? esa es la cuestión (Harellerth aun pensaba más como humano que como demonio), y ese pequeño fallo hizo que tubiese que retirarse, antes de que la mujer pudiera expulsarle del cuerpo de Toni con unas sencillas palabras.
Nirsell volvió a coger a Toni y lentamente emprendieron el ascenso por las escaleras.
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