La plaga se extendió fuera de la ciudad, contagiando otros lugares, por muy remotos que fueran. Dentro de poco el mundo entero se extinguiría bajo el yugo de los muertos vivientes; eso si, mientras la población media estaba siendo desolada, la gente adinerada y los políticos se mantenían a salvo en subterráneos, fuera del alcance de los malditos.
- Hombres... Mujeres... Niños... Esto es un desastre para todo el planeta - Decía el presidente a la confederación, todos reunidos en una habitación tecnológica cuya mesa mostraba un plano a nivel mundial - No sabemos como a pasado pero debemos erradicar la plaga y pronto -
- ¡¡¿Como va a hacerlo?!! - gritó uno levantándose de su asiento - ¿como haber?, esto no es ninguna película de ciencia ficción ¡¡esos malditos bichos son reales!! -
- ¿y pog ello vamors a gendirnos? - dijo otro con un acento extraño
- aquí nadie va a rendirse - intervino de nuevo el presidente - tenemos que luchar... Nuestros expertos están indagando con el tema y no dudan en experimentar con ellos... -
- un momento, un momento, ¿está diciendo que hay zombies aquí, en este emplazamiento? -
- si no lo niego pero... -
- ¡¡egta lozco!! - el hombre del acento sacó un arma y apuntó al presidente, al instante unos guardias le apuntaron con sus pistolas, más intimidatorias que la del alborotador. - ¿como ha dejago que ezo ocuga?, Zomos jombres muegtos -
- yo no, tu si - Tras sus palabras los hombres abrieron fuego y destrozaron el cráneo del desconfiado político, después de aquello el presidente se lavó las manos, dejando el tema por zanjado - Dejaros de tonterías chicos, yo soy vuestro líder y aquí estaréis a salvo mientras que sepáis comportaros ¿queda claro?-
Todos asintieron, aunque la duda estaba vigente en sus miradas. Se disolvió la reunión sin sacar nada en claro, solo habladurías del posible origen de la plaga.
- Sigue siendo un misterio la solución a nuestros problemas, señor - le comunicó un científico al ver como los demás políticos salían de la sala.
- me da igual como lo hagáis, pero si no sois rápidos, acabaréis como él - señaló al extranjero muerto - ¿queda claro?, no puedo permitir que esto se nos vaya de las manos -
- señor... Eso ya ha sucedido... -
- ¡a callar y a encontrar la maldita cura! -
- pero señor ¿no debería de centrarse en salvar a la población? -
- no... Nadie a quedado con vida... Todo está perdido allí arriba -
Allan abrió los ojos, mareado y desorientado. Miró a su alrededor sintiendo como si la habitación se moviera y no él. Le entraron nauseas por ello. Todo se volvía demasiado brillante y confuso, además de el color rojizo que tomaban las luces cuando pestañeaba.
- Donde... Estoy... - Dijo sin apenas incorporarse, finalmente se echó a su Derecha y vomitó. Al limpiarse las comisuras de los labios giró y por casi cayó al suelo. Se quedó boca abajo en la cama y sus ojos se abrieron como platos en una mezcla de horror y miedo. Intentó apoyarse de rodillas y posó su mano en el muñón que había quedado de su otro brazo, gritó con tanto ímpetu por lo que había visto que después sintió un dolor agudo en su garganta; para sus sorpresa su sonido fue correspondido. Sintió un escalofrío cuando un sonido gutural llegó desde el pasillo.
Poco a poco, mientras salía de aquella habitación del hospital, fue recordando lo que le había ocurrido. Su hermana había vuelto a la vida aunque no como él quería y le arrancó el brazo de un mordisco.
- ¿hola? - dijo al ver que el hospital entero estaba desierto, nunca pensó que pudiera ver el recinto de aquella manera, apagado y ante todo terrorífico.
Volvió a escuchar el sonido gutural y como algo metálico caía al suelo.
- Por favor... ¡necesito ayuda! - gritó, pero nadie le respondió - alguien... Ayuda... - Se fue dirigiendo al puesto de enfermería sin dejar de tocar el vendaje que quedaba de su desaparecido brazo. No sangraba, pero el muñón ardía provocándole un intenso dolor ¿cuanto tiempo había estado postrado en aquella cama? y ante todo, ¿donde estaba el personal del hospital?
La mayoría de las luces del pasillo estaban fundidas, incluso uno de los tubos fosforescentes estalló apagándose entre chispazos cuando Allan pasó ante él. Una vez cerca del puesto de enfermería, tras no encontrar a nadie en él, buscó algo que pudiese serle de ayuda, aunque no sabía que estaba buscando exactamente, y por suerte encontró un bote de anti inflamatorios, de la cual sacó dos pastillas con bastante dificultad. Al tragar las pastillas volvió a escuchar aquel sonido metálico y salió de detrás del mostrador para ir en busca del causante del ruido.
Cada vez estaba más preocupado por su situación. Manco, solitario y ese frío intenso que se transmitía por sus huesos. Llegó al final del pasillo siguiendo el sonido, que se convirtió en algo inquietante, mezcla de quejidos y pasos furibundos. Allan se atrevió a asomar la cabeza entre las puertas del quirófano y lo que vio le dejó perplejo, casi sin respiración.
Una enfermera sin piernas estaba siendo devorada por un niño pequeño, no conforme con ello, se veía aún como el pecho de la mujer se movía; aun estaba viva, pese a esas condiciones, mientras el niño la arrancaba el pelo y mordía su cuello casi inexistente.
- Dios mio... - Dijo Allan tembloroso, intentando retroceder sin hacer ningún ruido; Pero el niño le vio, sus ojos, de iris dorados y negros completamente causaron en Allan una sacudida de terror que lo impulsó a correr marcha atrás, por donde había venido.
En vez de volver a la habitación, corrió directo a la salida de emergencia, abriendo la puerta de golpe. Pero al mirar por encima de la barandilla descubrió la cruda realidad, había despertado ni más ni menos que en epicentro de una horda de muertos vivientes, con la misma mirada que el del niño, la misma que tuvo su hermana al volver a la vida.
Se tiró de rodillas sin soltar la barandilla, abatido por lo que había conseguido y que ahora entendía que había sido por su culpa.
- Es... Imposible... - dijo tembloroso - Esto no... Pero hacen lo mismo que Elena... ¿Que demonios a pasado...?, No tiene explicación... -
Uno de los zombies de la calle se fijó en él y gruñó. En un impulso, del miedo que gobernaba el cuerpo de Allan, cogió una barra de acero desencajada de la escalera anti incendios y se la lanzó. El "hombre" se arqueó hacia atrás mientras la barra penetraba en su cráneo; pero volvió a la misma posición que tenía, con los brazos caídos a ambos costados. Gruñó y se dispuso a dar la vuelta a la esquina.
- ¡maldita sea!, ¿que voy a hacer? -
- vivir... Mama... -
Allan se giró muy despacio, aterrado al escuchar aquellas repentinas palabras ahogadas. Tragó saliva al contemplar al niño, a menos de un metro de él, con la cabeza de la enfermera como si fuese un muñeco de trapo.
- Vivir... - Sonrió, al tiempo que resbalaba fluido negruzco por las comisuras de sus labios.
La cabeza de la chica calló al suelo y Allan se pegó a la barandilla, temblando. El niño se iba acercando cada vez más al joven investigador, estaba atrapado.
- ¡aléjate de mi! - gritó Allan intentando pensar que podía hacer con un solo brazo para alejar a la criatura, pero ya no había nada a su disposición, solo el vacío de tres pisos sobre el suelo.
- Mama... QUIERO VIVIR... - Se abalanzó sobre Allan; este, confundido por la voz gutural que había salido de la garganta del crío, no tubo tiempo de reaccionar, simplemente se tiró al suelo con el brazo cubriéndole la cabeza y los ojos cerrados.
Escuchó como el niño se precipitaba por encima de la barandilla hasta dar contra el suelo. Se incorporó despacio y miró hacia abajo, aun temblando, el niño no era mas que una mancha oscura pero, para su sorpresa, seguía vivo.
- Monstruos... - Se alejó de allí intentando no tocar la cabeza de la enfermera, temeroso de que se moviera.
Allan terminó vomitando en uno de los baños públicos del hospital, al menos una vez calmado y tomado más medicación pudo ordenar su mente. Lo malo era que recordar el rostro de su hermana revivida le volvió a dar arcadas.
- Tengo... Tengo que salir de aquí... ¿Pero que diablos he hecho? - se encogió en un rincón, apretando sus rodillas con el brazo que le quedaba. - todo esto... ¿ha sido por mi culpa? - Volvió a escuchar golpes fuera de allí, a lo largo de los pasillos del hospital. Por miedo a encontrarse con más criaturas de Lucifer, decidió escapar de aquel lugar maldito.
Aquí podreis encontrar todo tipo de relatos, videos (o eso espero), imágenes, amigos y todas esas tonterias que ahora enganchan en internet. Solo os pido unos pequeñísimos favores: primero, que sepais que lo de internet no es lo mio, así que paciencia; segundo, pasad por alto mis faltas ortográficas; tercero, ponedme muchos comentarios, aunque no los lea (es coña) y divertios con mis tonterias, con las de mis amigos y con nuestras historias
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