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domingo, 4 de noviembre de 2012

Dificultades en tierra baldía VII

El amplio pasillo blanco y oscuro del C-R puso los pelos de punta a Allan. Cuando apenas tuvieron visibilidad el doctor frenó la marcha y sacó su llave.
- está muy oscuro aquí -
- si, ¿no has pensado nunca que a los muertos no les molesta la luz? - contestó el doctor Varith
- sinceramente no pienso en los muertos... -
El doctor se dio la vuelta
- Entonces te has equivocado de trabajo muchacho... - le dijo, mirándole de arriba a abajo - comienzo a pensar que no estás preparado.-
- estoy más que cualificado para este proyecto señor - frunció el ceño
- bien, bien, no me mires así - se giró para abrir la puerta finalmente. Dentro solo les espero el silencio y el frío. La puerta chirrió, no se veía nada en el interior y aun así entraron. Al cerrarse la puerta tras ellos, unas minúsculas luces de color naranja iluminaron el techo, dejando a la vista una mesa metálica en el centro y un enorme escritorio pegado a las paredes con millares de compuestos y anotaciones en una pizarra de vidrio.
- es poca luz para trabajar, lo se, pero las muestras pueden dañarse con el calor y la claridad.Tal vez aya otros factores y por ello no encuentro una cura a la muerte... -
- tiene sentido, los tejidos pueden dañarse con el propio oxigeno o desperdiciarse fórmulas enteras con las bacterias del exterior. - añadió Allan.
- exacto, corrige esos puntos, cambia la disposición del laboratorio si hace falta, ten - pasó la mano por debajo del escritorio metálico, colmado de tubos de ensayo con líquidos de diferentes colores y casó una pequeña agenda negra. - apunta todo lo que se te ocurra a partir del mes de diciembre, es cuando no pienso anotar nada. -
Allan tomó la agenda y sacó un bolígrafo azul del bolsillo de su chaqueta, se fue al mes de diciembre y anotó mientras el doctor Varith recorría su laboratorio encendiendo un ordenador central que le dio la bienvenida y  unas cuantas máquinas que pusieron en marcha las muestras, analizando cada una de ellas.
- ¿por que...? -
- apuntas en diciembre porque será el mes en el que yo no anote absolutamente nada, será el momento en el que ya habremos logrado algo o moriré -
- ¿morirá? - Allan dejó de escribir
- era una forma de hablar muchacho ¿lo tienes todo? -
- si, todos los problemas técnicos que se pueden tener en este laboratorio y... -
- perfecto, tengo que trabajar en otros asuntos, encárgate de familiarizarte con los compuestos y a trabajar -
- hecho - asintió con la cabeza, a la vez que el doctor volvía a abrir la puerta y se marchaba.
Allan suspiró y guardó la agenda en el mismo lado de la que el doctor la sacó. Aquello iba a ser un tanto complicado; aunque era una suerte que el doctor le dejase el ordenador a su disposición para poder analizar cualquier muestra.
Comenzó sin tardanza, encendió el monitor del ordenador y se sentó en la silla. Como supuso, tenía acceso a todo el registro y avances del doctor; analizó y memorizó cada paso dado por el doctor y se levantó, tirando la silla al suelo, con los puños sobre el escritorio.
- algo falla... - suspiró con los ojos entornados, leyendo las anotaciones del ordenador.
Se lavó las manos y se colocó unos guantes de plástico, junto con una mascarilla. Cogió una de las probetas con un líquido azul y lo vertió sobre el desagüe, finalmente lo esterilizó y preparó un compuesto. Se acercó a una muestra de un extraño tejido y lo puso dentro del compuesto. Le dio unos delicados golpes a la probeta hasta que la muestra se deshizo.
- perfecto, ahora hay que lograr lo contrario. - colocó la probeta y la etiquetó, escribiendo en su pegatina la letra "A". Colocó de nuevo la silla y se sentó en ella, abriendo otro archivo en el ordenador en el que pondría su nombre y sus avances, al lado, codo con codo con los avances propios del doctor Varith, quien le salvó y quien había sido su inspiración desde siempre.
Investigó en todo lo que contenía aquel ordenador, hasta que se topó con un archivo extraño.
- Enecu... - abrió el archivo sin pensárselo dos veces, pero requería de una contraseña.
- no puede ser... - exclamó. Introdujo una serie de dígitos y palabras posibles una y otra vez; Pero nada.
Se echó hacia atrás en la silla, de la cual estuvo a punto de caer y se le ocurrió:
- A-L-L-A-N -
nada, en la pantalla apareció la ventana de código fallido
- X-1-8 -
fallido
- F-A-M-I-L-I-A  H-A-S-S-H-E-N -
fallido.
Descartó la posibilidad de que Elena fuese la contraseña ya que al principio el doctor parecía consternado, como si no creyese que tuviera hermana o algo parecido, cuando hizo el examen.
- E-N-E-C-U -
fallido, era demasiado lógico para que fuese la contraseña.
Pensó más concienzudamente en como acceder a ese archivo, pero no había ninguna otra relación más que el doctor y su contraseña.
- Lo tengo - dijo, y tecleó:
- V-A-R-I-T-H  E-N-E-C-U -
El ordenador pareció aceptar en un primer momento la contraseña; pero no tardó en indicarle de nuevo a Allan que la contraseña era errónea.
El ayudante del doctor Varith se llevó las manos a la cabeza y pensó, aunque tomándose aquello con cautela, no podía dejar que el doctor dudase de él. Se puso a trabajar de nuevo entre archivos informáticos y muestras físicas del laboratorio. Mientras trabajaba no recayó en como se abría la puerta. El doctor observaba desde el quicio. No había problema... Por ahora...

La noche calló rauda y veloz sobre el centro y por fin Allan se decidió a salir del laboratorio para que le diese el aire. Había comenzado desde cero y aun así ya tenía tres futuras fórmulas preparadas, más de lo que el doctor había conseguido por lo que había visto.
La luna se mostraba enorme, rodeada de unos pocas estrellas que le dejaban ver tras tanta contaminación lumínica; estaba preocupado por su hermana, aunque si no le habían llamado era porque aún estaba estable.
Quiso ir, pero si se cerraba la puerta del laboratorio estaba perdido, una de las cosas que debían corregir...
- ¿como va todo? -
Allan se giró, encontrándose de frente con el doctor Varith, quien empujaba una camilla en dirección al C-R
- ¿y eso? - preguntó Allan
- muchacho, necesitamos experimentar con los muertos - suspiró el doctor, pasando a un lado del joven. Allan le siguió por el pasillo oscuro hasta la puerta.
- esto es un poco pequeño como para... -
- lo se Allan pero otra cosa no podemos hacer - le interrumpió.
El doctor Varith consiguió hacer entrar la camilla, empotrada entre el escritorio y la mesa central.
- corre, ayúdame con ello - le dijo cogiendo el cadáver tapado con una sábana. Allan ayudó al doctor sin ninguna objeción aparente. Y lo pusieron en la mesa metálica. Descorrieron la sábana, tirándola al suelo.
El cadáver era de un hombre de avanzada edad, aparentemente sano.
- muerte natural, no te asustes - le dijo el doctor - los necesitamos frescos y sanos, si tuviesen alguna enfermedad, podrían mandar la cura por el desagüe -
Sus palabras llamaron la atención de Allan, pero aun así no dijo nada.
- ¿has avanzado? - le preguntó
- si doctor, tengo listos tres compuestos esperando a la bacteria... -
- ¡temerario!, ¿tres?, ¿crees que podemos experimentar con tantas?, tengo una muestra limitada de Uncus, no se me ocurriría malgastarla en pruebas -
- yo... -
- hoy me has decepcionado, que no vuelva a ocurrir - le dio la espalda para coger uno de sus propios compuestos.
- si señor... - se resignó, mordiéndose el labio inferior
El doctor sacó de su bolsillo la bacteria en su tubo de cristal y lo destapó con cuidado. Con un cuentagotas introdujo una sola gota en su compuesto de color verde, que al instante se volvió negro como la propia bacteria. Puso el compuesto en una jeringa, bajo la atenta mirada de Allan y lo inyectó en el muerto.
- cuenta, si no tienes reloj utiliza el del ordenador, tres minutos justos.- ordenó a Allan
- si - contestó observando su reloj de pulsera. Pasado el tiempo, nada ocurrió en el cuerpo.
- otro fallido... - dijo el doctor
- señor por favor déjeme que... -
- no, has perdido el privilegio de experimentar con la bacteria, hoy ha sido un auténtico fracaso, vete a casa - le ordenó
Allan cerró los puños con fuerza y se dispuso a marcharse.
- antes toma - le dijo el doctor, lanzándole la llave del laboratorio. - toda tuya -
Allan no sabía que significaba aquello exactamente, ¿quería decir que no lo había hecho tan mal como lo pintó el doctor? No dijo nada, simplemente se marchó.

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