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jueves, 2 de mayo de 2013

Jeff the killer - Blood and Darkness II

(Fanfic Jeff the killer)



Capitulo 2 - Dark Smile


Jeff se encaramó al cerco de una ventana y la abrió entre suspiros.
Después de buscar un posible camino a seguir tras quedarse sin su adorada arma, terminó en aquella calle, aquel vecindario desolado del cual todos querían huir y evitar.
El patio de atrás de la casa estaba tal y como él lo recordaba, por muchas cintas amarillas que le pusieran alrededor de la cerca, seguían persistiendo las mismas malas hierbas y cardos de siempre. Nunca llegaron a arreglarlo del todo, pero ahora que lo veía todo con otros ojos, le encantaban aquellas nimiedades.
Jeff había entrado con total impunidad en su anterior hogar, allí donde mató a la únicos familiares que tenía, pese a las advertencias policiales. "Crime scene - Do not cross" soltó una carcajada al observarlo desde la ventana de su cuarto, toda la casa estaba precintada. Que cómico se veía desde allí arriba.
Para él todo era como ir a un circo, un lugar en el que recordar las mejores experiencias que le habían llevado a ser quien era ahora. Su amplia sonrisa lo confirmaba. No era un maníaco homicida ni mucho menos, él era hermoso.
Se paró justo frente al espejo del cuarto de baño, sonriente a más no poder. El suelo estaba pegajoso y al recaer en ello no pudo reprimir una carcajada. La sangre, mezclada con el moho del techo y las humedades, revivieron en su mente el recuerdo de aquella noche, cuando el cuchillo le marcó de por vida a él a su madre, su padre y a Liu...
- Mi cuchillo - Dijo recayendo en su principal búsqueda. Bajó las escaleras directo hacia la cocina. Montó un gran alboroto tirando los cajones, con toda la cubertería, por el suelo, abriendo todos los cajones en busca de una nueva arma. No fue fácil pero los encontró. Dos armas perfectas, como la que él tenía con anterioridad. Suspiró aliviado y se guardó ambos cuchillos en los bolsillos de la sudadera. Una vez completados sus objetivos, la mente de Jeff dio un vuelco. Volvía a estar en casa y no se había dado cuenta hasta ese momento, o simplemente lo negó hasta entonces.
Se miró las manos tembloroso y luego se las llevó a la cabeza. Cayó de rodillas al suelo. Estaba solo en aquel maldito mundo que tanto mal le había causado, ahora ni siquiera podía llevarse un bocado en condiciones a la boca, no era nadie, para ninguno de los que aún no descansaban en paz.
Las lágrimas resbalaron por su rostro colándose por los recovecos de sus mejillas.
- ¿Por que... Por que no puedo descansar...? - se dijo entre sollozos - ¿Que más me espera...? -

Estuvo así largo rato, meditando si podía entre su dolor y la amargura. Pero finalmente lo comprendió, no necesitaba a nadie. Sacó uno de los cuchillos e hizo que la luz del mediodía iluminase la hoja. Sonrió de nuevo y se levantó lentamente.
- No puedo dormir aún, tengo que hacer que los demás descansen por mi - rió - tengo que llevarles con Liu, él estará solo si no le llevo amigos, no puede, él ahora es feliz -
Subió de nuevo las escaleras recorriendo con la mirada toda la casa polvorienta. ¿Cómo podía cambiar una fachada entera en unos cuantos meses?, no daba crédito, pero así fue. Aunque hubo algo que había cambiado más bien poco.
Avanzó hacia el cuarto de sus padres. Aquello apestaba, pero se sintió atraído hacia el escenario de la matanza.
Los cuerpos ya no estaban, se sintió decepcionado por un momento, aunque tampoco esperaba encontrar a sus padres de nuevo. Estaba solo, podía asumirlo de una vez por todas.
Se sentó con descaro en la cama y observó el dibujo de las salpicaduras de sangre por las paredes, la colcha, el techo y por el suelo, para él era algo hermoso. Y el momento fue aun mejor según lo recordaba:

Los disparos de esa noche alertaron al hermano de Jeff, el cual dio un brinco en la cama mirando a su alrededor. Allí no había nada.
- Habrán matado otro gato... - se dijo, recordando la poca paciencia que tenía la gente cuando esos animales estaban en celo y sus estridentes maullidos volvían loco a cualquiera. Se recostó, tapándose con las mantas hasta el cuello, al instante volvió a sentirse en paz e intentó conciliar el sueño; pero la puerta de su cuarto chirrió y la luz que entraba desde el pasillo dibujó en el suelo una horrenda figura chorreante. Liu escuchó una macabra carcajada que le obligó a volver a incorporarse.
Jeff saltó sobre él como un depredador, tapando la boca de su hermano para que no gritase.
- sssssshh! - le dijo, mostrándole el cuchillo que había asesinado a sus padres. - Liu... Tu seguro que me entiendes... -
La sangre de sus mejillas bañaron el rostro de su hermano. Liu comenzó a temblar. El miedo hizo que las lágrimas rodaran con la sangre de Jeff. El asesino agachó la mirada, apesadumbrado.
- veo que no, nadie lo entiende - Todo se quedó en un infinito silencio, solo roto por la respiración de ambos. Jeff odiaba el silencio, todo iba mal en la oscuridad de la noche cuando había silencio.
- Hermano... - comenzó a reír como un psicópata - Liu, Liu, Liu... Aún no te he preguntado cómo era el lugar al que te llevaron por mi culpa - Le miró a los ojos - Seguro que fue un verdadero infierno... Como lo es este mundo -
Jeff esperó alguna respuesta por parte de Liu, este se la concedió con un asentimiento de cabeza e intentó desasirse, pero no lo consiguió, Jeff ya no era Jeff. La sonrisa oscura que llenaba de terror la mente de Liu era respuesta suficiente para lo que iba a pasarle.
- Liu... Te voy a sacar de este infierno... - Alzó el cuchillo sobre el pecho de su hermano - Ahora solo cierra los ojos... 

Go to sleep...

Jeff contempló la habitación de su hermano desde el cerco de la puerta, reviviendo las imágenes de la matanza. Ahora todo estaba vacío. Sobraba el olor a humanidad por toda la casa. Pensó en todos aquellos que debieron pisar su casa al irse él al bosque y frunció el ceño. Volvió a su cuarto lentamente, como escuchando una caja de música, una agradable melodía que llamase su atención. Pero no era nada de eso, lo que sentía y escuchaba eran sus recuerdos, el placer del trabajo bien hecho.
Pasó la mano por la mesilla de noche, quitando el polvo de los meses pasados. Se recostó en la cama pensativo, queriendo hacer feliz a más familias como la suya, tan felices como lo era él ahora. Por siempre. No pensó que se quedaría dormido de aquella manera y en aquel lugar.
Se despertó bien entrada la noche. Era agradable no sentir por una vez el frío en sus huesos ni caerse de un árbol y despertarse en su mullida cama.
Alzó los brazos entre bostezos y se levantó de un salto, decidió replantearse el echo de que podía volver a casa sin problemas y así contar con un techo en el que resguardarse. Tampoco es que tuviese muchos vecinos que se alertaran de que él había vuelto.
Abrió la ventana y observó el desértico barrio. Nada hubiese ocurrido si hubiera estado tan tranquilo desde que él y su familia llegaron allí.
- ¿Que...? - Sacó medio cuerpo por la ventana para ver mejor - Bien... - Sonrió con malicia ante lo que veía.
A lo lejos había luces. Debía liberar a esas pobres personas de su penitencia, debía ayudarles a descansar.
Salió por la ventana y se escondió por los callejones hacia su objetivo.

Siempre es bueno que una madre lea un cuento a sus hijos antes de dormir, eso es lo que se repetía la madre se Susy, pequeña niña de cinco años que ya estaba preparada para descansar. Pero la pequeña seguía insistiendo para que su madre prosiguiera el relato que tenía en sus manos y así viajar por el mundo de los cuentos.
- No mas, a dormir que ya es muy tarde cariño - dijo la madre cerrando el libro y dejándolo sobre la cómoda. Se acercó a su hija y la besó en la frente tras arroparla bien. La pequeña refunfuñó, pero cuando su madre apagó la luz decidió cerrar los ojos tranquilamente.
El mundo de los sueños era tranquilo y Susy pudo jugar con un montón de muñecos que reían y cantaban en cuanto ella se movía por la nada. Parecía ser ella una muñeca a la que utilizaban, mas no importaba, era feliz, aunque la risa de uno de sus nuevos muñecos era aterradora...
Abrió los ojos despacio y persistía el sonido de las carcajadas.
- ¿mami? - Dijo a la oscuridad. Por suerte veía algo de luz proveniente del pasillo desde la puerta y pudo caminar hasta ella. Una vez en el pasillo volvió a llamar a su madre, pero no hubo respuesta por lo que exclamó a su padre por si era él quien reía.
Siguió caminando por el pasillo, agarrada a su osito de peluche.
Encontró a su madre tirada en el suelo junto a su teléfono móvil, con el cuerpo sobresaliendo desde el cuarto de baño.
- ¿mami? - repitió poniéndose de cuclillas y acariciando el rostro de su madre como hacía ella para despertarla. Sus manos se tiñeron del rojo carmín de la sangre de su madre. - ¿Mami? - la meció un poco - Mami, mancha ¿mami? -
Un cuchillo ensangrentado asomó por el cerco de la puerta del salón.
- Tu mamá está durmiendo... Tu papá está durmiendo... ¿Tu no duermes? - Preguntó Jeff, escondiendo su rostro entre las sombras de su capucha. Estaba todo cubierto de sangre, había sacado las tripas del padre y ahora el salón era un campo de vísceras del hombre sin vida. Pero la inocencia de la niña no la dejaba comprender el significado de aquello.
- No, quería reír - respondió, sorprendiendo al asesino - quiero sentirme bien y peluchón también - Se acercó hasta Jeff y alzó su osito de peluche - mira, es mi amigo, quiero reír como papa y mama -
Jeff soltó una sonora carcajada y el cuchillo comenzó a atravesar el peluche con ansia. La niña se apartó asustada, dejando a su "amigo" clavado en el arma de Jeff.
- ¿Queréis jugar...? - Dijo simulando tener una pistola con la otra mano y señaló a la niña - Pium, pium... Oh! que lástima... Has muerto... - Ladeó la cabeza de tal forma que las luces del pasillo comenzaron a alumbrar su rostro sádico y sonriente como la de un payaso. Comenzó a cantar acercándose a la niña:

"Puedo oír tus pasos...
Al correr en cada cuarto...

puedo oír el eco...
del temblor de tus jadeos...

Corre voy por ti...
ve a esconderte...
Corre voy por ti...
ve a esconderte...

corre o te encontraré..."

La niña estaba tan asustada que tropezó con el propio cadáver de su madre al retroceder.
- ¿Que... Vienes al bosque...? - tendió una mano a la niña, que no podía ni moverse del miedo. - ¡¡Que así sea!! - exclamó Jeff esgrimiendo su cuchillo una y otra vez sobre el estómago de la niña mientras reía como el lunático que era.

6 comentarios:

  1. Maaaadre. Me ha sorprendido lo de las vísceras. Sigue así ;) Soy Karurosu Ashitaka ;)

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    1. Muchas gracias Karu jejejeje, ya comenté que iba a ser bestia XDDD

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  2. El relato buenisimo

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  3. Estupida vamcion de Jeff ya se me entro en la cabesa por sierto me llamo Nazarena

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    1. Hola Nazarena ^^ jajajaja La verdad es que ya le he pegado la canción a más de uno, no sabía que fuese a tener tanto impacto XD

      Un abrazo!!

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