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lunes, 29 de abril de 2013

Jeff the killer - Blood and Darkness


(Fanfic Jeff The killer)



capitulo 1 (intro)

-Mama... -
Las lágrimas de Jeff lucían con la pequeña bombilla que iluminaba el simple baño de la casa, así como la sangre que recorría sus mejillas blanquecinas. Aquellos ojos carentes de parpados se clavaron en los de Margaret, su madre, tan radiante como siempre pese a estar adormilada. No esperaba encontrarse con terror en su rostro, y mucho menos después de haberse tallado una sonrisa que le duraría de por vida. Quiso asegurarse de lo que veía:
-Mama... ¿A que soy hermoso...? -
Silencio. Era lo último que Jeff quería en aquel momento, pero lo hubo. Un silencio sepulcral.
-Claro que si cielo - Contestó su madre finalmente, con una sonrisa forzada - Deja que llame a tu padre para que vea lo bello que te has vuelto.-
Jeff se ilusionó tontamente, como un niño pequeño que acaba de recibir un cumplido. Siguió a su madre sin que esta se diese cuenta para sorprender también a su padre. Después de todo lo que había ocurrido, después de todo el mal que había pasado y su mente destruida hasta la locura, por fin iba a tener su momento de gloria.
- Querido - Escuchó decir a su madre para despertar a su padre, mientras él permanecía en las sombras. ¡Que ilusión le hacía! y que pronto le quitaron las pocas emociones que le quedaban:
- Querido, saca la escopeta - Margaret meció a su esposo para que despertase, al borde de un ataque de nervios.
Jeff no se lo pensó dos veces, el mismo cuchillo bañado con su sangre penetró en el cuello de la mujer una y otra vez, a la vez que su padre daba un brinco y rebuscaba debajo de la cama en busca del arma.
Era la primera vez que Jeff asesinaba a alguien, había luchado, había empleado toda su fuerza en sobrevivir, pero aquello lo hizo por inercia, por odio y porque descubrió el placer de la sangre en sus manos.
Sin percatarse de lo que acontecía a su alrededor, Jeff lamió la sangre de sus manos, calmando así el dolor que sentía de manera psicótica.
- ¡Monstruo! - gritó su padre, Arma en mano, apuntándole a la cabeza como podía pese al temblor de sus manos. Jeff ladeó la cabeza, por siempre sonriente cuando la sangre y las lágrimas dejasen ver lo que había creado en su rostro.
- ¿Tienes miedo papá? - Dijo alzando el cuchillo para lamerlo también.

El sonido de los disparos llegaron lejos esa noche.

Jeff se despertó, con los ojos doloridos como todas las mañanas y desquiciado por los sueños del pasado que eran más frecuentes que de costumbre. Se estiró, aun sin ver nada por la venda que llevaba a los ojos para poder conciliar el sueño. Se percató de que carecía de respaldo y cómoda cama en la que despertar, por lo que apunto estuvo de caer al suelo. Gracias a sus reflejos asesinos pudo encaramarse a la rama del árbol con un solo brazo y quedar suspendido de él, pero la venda si calló y la claridad de la mañana hizo que se le irritasen aún mas las retinas, no pudo evitar restregarse con las mangas de su sudadera ensangrentada, por lo que calló también él.
- Mierda... - refunfuñó dolorido mientras se ponía en pie y apartaba las hojas caídas de los árboles, tanto de su ropa como de su enredado cabello negro.
Se quedó largo rato mirando hacia la ciudad de la cual escapó hacía unos meses y a la que regresaba de vez en cuando, pero no para considerarlo un hogar, sino su patio de recreos personal. Su coto de caza.
Sonrió un poco y no pudo evitar bostezar. Se maldijo por ello.
- Ahora que había comenzado a cicatrizar... - Dijo llevándose las manos al rostro para parar la sangre que manaba de sus mejillas.
Recogió la venda de sus ojos, que era simplemente un trozo de tela negra de la camiseta que llevaba debajo de la sudadera. suspiró y tras meterla en su bolsillo se subió la cremallera asta arriba, para ocultar su eterna sonrisa, una vez mas sangrante para su desgracia. Se colocó la capucha y emprendió su camino por el bosque mientras cantaba:

"Ábreme la puerta...
Veo que ahí estás...
Huir no servirá de nada...

Ábreme la puerta...
Veo que ahí estas...
No puedes escapar ya es tarde...

Mira en la ventana...
Te hallarás con mi mirada...
Ojos aterrados...
Mas cerca quiero mirarlos..."

Alzó la mirada ante un árbol que le llamó la atención, estaba marcado por un circulo rojo, de seguro iban a talarlo. Observó a su alrededor y la calma que le embargaba en aquel bosque. Era perfecto, aquel sitio le serviría de cobijo por la noche y estaba a diez minutos de su antiguo puesto; además, no encontró rastro alguno de maquinaria, por lo que los leñadores iban a tardar en ir a aquel lugar.
Cada semana Jeff se veía obligado a cambiar de sitio por su posición en la sociedad. Era un temido asesino que no hacía feos a una buena presa humana y ante todo, le estaban persiguiendo.
- Liu... - Exclamó el nombre de su hermano al cielo, como si pudiese escucharle. La tristeza era presente en aquellos ojos oscuros y destrozados, pero al instante su expresión se borró para dar paso a una amplia sonrisa. - Dormir... Tengo que hacer que todos duerman como tu, hermano - Se encaramó al árbol y comenzó a escalarlo hasta una rama a media distancia del suelo y la rama mas baja. Observó los edificios en el horizonte, desde luego estaba lejos como para que le pillasen.
Marcó la rama varias veces con su cuchillo, el cual ya estaba bastante desgastado y oxidado; finalmente la hoja se desprendió del mango mientras llevaba a cabo la hazaña de marcar lo que "era suyo". Vio claramente como el metal caía hasta la rama de abajo y allí se quedaba clavada. Aún con el mango en la mano se había quedado atónito ante lo que había pasado.
- ¿y ahora que hago? - dijo rascándose la nuca, de nuevo miró al cielo y se quedó allí largo rato. Comenzó a echar de menos aquellas tardes con su familia, antes del traslado a aquel vecindario de egocéntricos, en las que decidían almorzar en el campo y a él no le dejaban ni tocar la navaja de su padre...
Dio un puñetazo al árbol, tiró el mango lejos de allí y se bajó enseguida, quería otra arma como su anterior cuchillo sin tardanza. Se estiró de nuevo y metió las manos en los bolsillos de la sudadera, emprendiendo el camino hacia la nada.

Fan Fiction




Saludos a todos mis lectores, que como siempre y por siempre apreciaré.
Os traigo una nueva sección para el blog que espero os emociones, ya que ha sido completamente una sorpresa para casi todos de vosotros de seguro.
Con miedo de no tener nada listo para cuando acabe DTB, decidí adelantarme a los acontecimientos y con ello os traigo fanfics de Yohans Dark.

Todo esto se ha llevado a cabo gracias a mis amigos, que me han soportado con ciertos personajes a los que seguro cogieron algo de asco por mi culpa.
Uno de ellos es Mansold, muchas gracias por el aguante y Karurosu Ashitaka el cual a seguido los inicios de un fanfic que subiré esta misma noche. Añado su foro pues tiene secciones bastante interesantes para todos:

Aparte he abierto una cuenta en DeviantART, que muchos me han dicho que va siendo hora:

Por último quiero invitaros a los más otakus y lectores en sí a que echéis un vistazo al negocio de un amigo mio y del cual se que más de uno puede beneficiarse de sus artículos ¡WonderlandComics! (si le seguís en facebook hará un grato concurso os lo aseguro -Link en su página-):

Y después de tanta publicidad gratuita (venga, mentidme y decir que no se notó mucho por fa), quisiera dar las gracias a todos y que no seáis pendejos, que leer es bueno y escribir os convierte en dioses no en idiotas.
Ya sabéis dejadme muchos comentarios y si queréis que haga esta sección en comuna, que lo he estado pensando también, así cualquiera de vosotros podría publicar aquí sus fanfic... Pero bueno, eso para más adelante.

¡ESPERO QUE OS GUSTE!

domingo, 21 de abril de 2013

Dificultades en tierra baldía XII

El gobierno vigilaba incansable el avance de los muertos vivientes, tanto en los alrededores de su sede subterránea como en las ciudades próximas. Aun con todo, la mentalidad humana es imprevisible; como en el caso del investigador Jasson, quien había recibido un mordisco de la criatura que mantenían encerrada para experimentación.
Tras devolver a la criatura a su prisión, atada en el interior de un tubo reforzado de metal y cristales antibalas, corrió a vendarse las heridas de sus brazos, en e mismo laboratorio. Para su desgracia, volvió su compañero antes de tiempo.
- ¡eh! ¿como va...? O dios mio... -

Unos pisos mas abajo, justo encima del mismo laboratorio, el presidente firmaba unos cuantos papeles sin percatarse del peligro que corrían, al menos hasta que las luces se apagaron y solo quedó el reflejo rojo de las luces de emergencia y el ruido de las sirenas.
- ¡no puede ser! - exclamó, levantándose de golpe y corriendo hacia la salida. - ¡¿que diablos ocurre?! -
- Una fuga del laboratorio señor - le alertó un miembro de la seguridad, demasiado joven para tal trabajo. - Venga, tengo que sacarlo de este lugar - al intentar coger al presidente de un brazo, recibió un tiro en la cabeza.
- Nadie se atreve a tocarme, insensato - dijo pasando por encima del cadáver del chico mientras guardaba la pistola. Se adentró lentamente en su recinto, buscando la salida mas directa hacia el exterior pese a no tener conciencia de lo que le esperaba allá arriba. Pero su determinación se vio detenida al verse cara a cara con uno de sus investigadores, babeante y cuya mirada desvelaba el vacío mas absoluto - ¡Mierda! - gritó, volviendo a desenfundar su arma y disparó una y otra vez a la criatura mientras daba media vuelta. El Zombie ni se inmutó, simplemente escupió materia negra y siguió andando hacia el presidente, quien intentó pararle los pies al enemigo encerrándose él mismo en una de las habitaciones.
Tras recuperar el aliento consiguió sellar la entrada con una de las mesas quirúrgicas de la sala; lo malo de aquel estúpido "mercenario", político e insignificantes hombre, era su poca cabeza para darse cuenta de que se había metido de lleno en la boca del lobo de nuevo.
El presidente fue agarrado por los brazos. Dos contagiados se iban a dar todo un festín a su costa, aunque la rivalidad de ambos muertos vivientes tal vez le darían la posibilidad de pensar en todo el mal que había causado por corrupto, lo que durase mientras le arrancaban las extremidades y terminase desangrado. Una corta vida para alguien que se creía superior a todos los demás, en vez de contribuir de alguna manera.

El dinero en aquellos momentos no ayudaban a nadie, como tampoco lo hacían los puestos importantes, lo único que contaba era la supervivencia. Como hacía Allan en esos momentos, correr en busca de ayuda por el hospital. Aunque no le soluciono sus problemas; Es mas, en muchas de las habitaciones que había recorrido se había encontrado directamente con más de aquellas criaturas, en su momento pacientes meramente muertos que al olor de la carne viva de Allan, habían despertado.
Se lanzó de golpe contra las puertas mecánicas del hospital, las cuales no abrían si
no era derribándolas, deseoso de salir de aquel penoso lugar. Allan no pensó en lo que hacía debido al trauma por el que estaba pasando, pero si se hubiese parado a ordenar los echos, se habría dado cuenta de que acababa de destruir cristal blindado, con el simple peso de su cuerpo.
Miró una sola vez hacia el hospital y luego se sacudió antes de salir corriendo hacia el laboratorio que frecuentaban él y el Dr. Varith, el C-R.
- ¡Hermana! - gritó golpeando la puerta de acero que cayó al suelo con un golpe sordo; Pero allí no había nadie. Suspiró intentando sujetarse en el marco de la puerta con su brazo inexistente, por lo que casi calló al suelo. - Entonces... - Se abrazó a si mismo, temblando - ¿Que hago ahora...? - Entonces recayó en un rayo de esperanza, del cual nunca creyó que se sostendría algún día: - Madre -
Salió corriendo de allí, saltándose cualquier protocolo requerido hasta entonces, el daño ya estaba hecho de todas maneras. Fue muy cuidadoso a lo largo del trayecto, yendo por las callejuelas y así evitando un gran numero de zombies; por desgracia, la ciudad entera era un hervidero de muchedumbre humana convertida en cadáveres. Pasando por una de las calles, dos de aquellas criaturas aparecieron justo delante suya y ya le habían visto. Fueron lentamente hacia él mientras retrocedía despacio, por su rostro pasaba un sudor frío por la impotencia de no saber como actuar en aquella situación. Vio la oportunidad de salir de allí por donde había venido, pero otros dos zombies le habían seguido por la retaguardia.
- Mierda... - exclamó, vigilando a todos sus atacantes babosos y deseosos de fundir su pellejo entre las fauces. Apenas tubo tiempo para pensar cuando uno de ellos saltó encima suya, se giró con rapidez para hacerse con la barandilla de una escalera de incendios cercana, la cual calló al suelo montando un escándalo. Pudo adelantarse a los acontecimientos y apartar a la criatura de un golpe en el costado con la barra de acero. Suspiró aliviado al ver que había salido de esa, pero no le dio tiempo a relajarse mucho. Corrió en zig-zag entre las criaturas, por suerte seguían un rumbo fijo y no pensaban en las consecuencias, como pasó con el niño que le atacó en el centro médico. Alzó la barra y destrozó la cabeza de uno de ellos. El mismo cuerpo se aferró a sus muñecas con ambas manos, pero Allan tiró hacia detrás, dejándolo en el suelo. Una y otra vez le golpeó, en la cabeza, en el pecho, en las piernas, en los brazos, al menos todo lo que pudo para destrozarle en el corto periodo de tiempo que los otros le dieron antes de atacar. Consiguió apartarles de su camino finalmente, aunque pese a una importante paliza, no había conseguido matar a ninguno de los cuatro definitivamente.
Frenó un momento, justo en frente de un escaparate que había sucumbido en gran parte a alguno de los ataques de las criaturas; aquello comenzaba a parecerle extraño, pese a todo lo ocurrido ya no se sentía extasiado ni cansado, es más, tenía más fuerzas que antes de la pelea con los cuatro atacantes en el callejón, y eso que había recorrido media ciudad corriendo. Ya podía ver la calle hasta su casa, desierta por suerte.
Entró en la tienda por el mismo escaparate y se acercó a aquello que le había llamado la atención: Un espejo intacto dentro de un probador de ropa.
Tragó saliva, no se había visto hasta ahora, podría parecer cualquier cosa, cubierto por la sangre de las criaturas y encima sin un brazo... Aquello podría traumatizarlo, lo sabía bien; aun así se acercó al espejo, una vez haber estado seguro de que estaba solo y no había peligro.
La barra de acero resbaló de sus manos al ver su aspecto finalmente, lo que pensó que podría destruir su mente no era nada comparado con lo que el espejo reflejaba. Se llevó la mano al rostro y dejó escapar una exclamación. Sus ojos eran de un dorado intenso, casi sin pupilas y  flotando completamente en dos globos oculares negros como la noche.
- Soy... Uno de ellos... -

¿LO SOY...? UN MONSTRUO CUALQUIERA... NO...

El sonido de sus carcajadas se escuchó a lo largo de varias manzanas lejos de allí.